martes, 17 de mayo de 2011

'Delirio' musical en Zaragoza

Delirium Tremens es un grupo de música zaragozano que comenzó a dar sus primeros pasos en marzo del año 2009. Con más de dos años de carrera musical, ofreciendo más de 10 conciertos en la ciudad y otros tantos en Madrid o en Barcelona,  y habiendo recibido algún reconocimiento por su labor en este ámbito, hubiera sido factible que conociera alguno de sus temas.  Pero no era así. Quizá porque su estilo, relacionado con el rock clásico o el blues, no es de los míos. Pero cuando el sábado 7 de mayo me propusieron ir a la Caverna del Prior a verlos no tenía ni idea de lo que podía encontrarme.



“Es sábado, pero no te arregles mucho para ir”, me dijo mi acompañante. E hice bien, pues los vaqueros, deportivas y sudaderas abundaron en la sala. Nada más entrar, me llevé una sorpresa desconcertante: el concierto no había empezado pues era pronto aún, pero el bar (un espacio de dos plantas, paredes negras y luces tenues) estaba vacío. Los miembros del grupo conversaban alrededor de una mesa bebiendo. Me fijé en su peculiar estilo: pitillos y zapatos, camisetas oscuras o camisas de cuadros, y melenas desaliñadas (al menos la mayoría de ellos). “Si queréis salir fuera a tomar el aire, el concierto empezará en 10 minutos”, nos comentó uno de ellos. Y eso hicimos.

Delirium Tremens al completo. Para ver más fotos pinchar aquí.


Entramos al rato, y el ambiente había mejorado notablemente. Si bien es cierto que el local no estaba lleno (ni lo estuvo durante el resto del espectáculo: como máximo treinta personas, alrededor de veinte cuando alguien salía a fumar), la gente parecía seguidora de Delirium. Además, la ausencia de público hacía que el momento fuera más íntimo y personal. Esto hacía que la gente se evadiera, se dejara llevar.

“El hombre de paja” dio comienzo al concierto, con Juan Moriarty al micrófono. Con él, eran cinco los chicos que estaban dándolo todo en el escenario. A veces, el cantante era  sustituido por algún chico que recitaba un poema mientras la música sonaba de fondo. Tres fueron los poetas que alternaron la música con la lírica, y que ayudaron a que el concierto careciese de monotonía (hasta enseñaron su libro de poesía por si alguno quería echarle un vistazo). Así, ocho personas en total hicieron que “sin prisas ni preocupación”, como relata la canción, la noche transcurriera de manera agradable y sin apenas contratiempos (salvo un foco impertinente que deslumbraba al grupo y un volumen tan fuerte que a veces hacía que rebotaran sus voces en las paredes).

No faltaron canciones como “El baile de la calavera” o “Vivir por el rock & roll”. En esta última, unos jóvenes empezaron a dar saltos y a bailar como locos, y no pararon hasta que el espectáculo finalizó con “La autopista artística”. Una hora y media de concierto que supo a poco para la mayoría de los allí presentes, de hecho, todos se quedaron hasta que terminó.

El grupo en plena acción dando un concierto en Madrid.

Y lo cierto es que dejó buen sabor de boca a todos, conocedores del grupo o no. La experiencia fue grata y  la valoración positiva: sus canciones están muy trabajadas, su estilo peculiar y característico hace que llegues a tararear algunas, y el grupo lo dio todo a pesar de la gente (demasiada) que se lo perdió.