jueves, 9 de diciembre de 2010

No quiero causar polémica…

Pero a mí me gusta la Navidad. Quizá sea porque desde pequeña he guardado un buen recuerdo de esta época. Zaragoza vestida de luces, los familiares que viven lejos se acercan, las comidas y cenas vuelven, y todo se llena de un ambiente más especial. Los paseos por la ciudad son más intensos, el frío se olvida, las castañas inundan el aire con su característico olor y los belenes decoran los escaparates y las calles. Reconozco que antes el tema de Papá Noel o los Reyes Magos hacían que todavía esperara con más ganas estos días, pero me quedo especialmente con lo que he nombrado anteriormente.

Aunque muchos temen su llegada. Unos, porque creen que es una época más consumista que solidaria. Otros, porque no soportan a según qué miembros de su familia y no quieren pasar con ellos más de una hora seguida. Otros, porque han perdido a algún ser querido y en esta época donde lo típico es reunirse con la familia es cuando lo echan más de menos. Los hay quienes se quejan de que las luces cada vez se enciendan antes (“¡Acabarán por ponerlas en agosto!”, exclaman algunos). Muchos comentan que para una vez que su familia tiene el detalle de obsequiarles con algo, el regalo es horroroso. Y también están los que creen que las personas celebran esta época olvidando lo que ellos consideran el verdadero motivo religioso de esta.

La película 'Pesadilla antes de Navidad' basada en los dibujos y un poema de Tim Burton muestra otra faceta de estas fechas.

Pero, ¿son esos buenos motivos para ‘llorar’? Yo creo que todo lo planteado anteriormente tiene solución. Si no te cae bien alguien de tu alrededor, piensa que peor hubiera sido perderlo. Si lo has perdido, ¿qué mejor forma de acordarse de él en familia, rememorando los buenos momentos que pasaste junto a él? Si no te gusta un regalo lo cambias, si crees que se ha perdido el verdadero motivo de la Navidad, difúndelo.  Si bien es cierto que apoyo a los que dicen que el consumismo está convirtiendo estas fechas en lo más importante de todo, no creo que tengan fundamento para no disfrutarse en absoluto. Los que no tienen casa, los que no tienen familia, los que no tienen trabajo, los que no tienen amigos... Ellos sí pueden quejarse. Por ellos sí que me apeno. Por eso creo que todos deberíamos ser conscientes de los verdaderos problemas que existen a nuestro alrededor, y no lamentarnos sólo en estas fechas, sino siempre. Y proponer motivos para solucionarlos: regalar la ropa o los juguetes que estén en condiciones pero que ya no se usen, comprar comida para dar a las asociaciones, acudir a actos benéficos… Como siempre digo: soñar es gratis, pero para mí esto no es un sueño, es un reto. Feliz Navidad a todos.